giovedì 14 gennaio 2010

L'abito dell'ipocrisia


"Todas las gentes lo vieron desnudo y, como sabían que el que no viera la tela era por no ser hijo de su padre, creyendo cada uno que, aunque él no la veía, los demás sí, por miedo a perder la honra, permanecieron callados y ninguno se atrevió a descubrir aquel secreto. Pero un negro, palafrenero del rey, que no tenía honra que perder, se acercó al rey y le dijo: «Señor, a mí me da lo mismo que me tengáis por hijo de mi padre o de otro cualquiera, y por eso os digo que o yo soy ciego, o vais desnudo».

»El rey comenzó a insultarlo, diciendo que, como él no era hijo de su padre, no podía ver la tela.

»Al decir esto el negro, otro que lo oyó dijo lo mismo, y así lo fueron diciendo hasta que el rey y todos los demás perdieron el miedo a reconocer que era la verdad; y así comprendieron el engaño que los pícaros les habían hecho. Y cuando fueron a buscarlos, no los encontraron, pues se habían ido con lo que habían estafado al rey gracias a este engaño."

Dal Libro del Conde de Lucanor, di Don Juan Manuel (1335), frammento del EXEMPLO XXXIL, versione in castigliano contemporaneo.

Ho usato quest'esempio, che risale alle reminiscenze dei miei studi universitari perché mi è sembrato calzante alla situazione di Rosarno, ma anche a quella di Casal di Principe o in altri luoghi dove ancora vige una mafiosita talmente radicata da sembrare naturale.
Come gli africani della storia (diretta antecedente delle versioni dei fratelli Grimm) così i nuovi schiavi del nostro benessere sollevano il velo della nostra ipocrisia e reagiscono contro lo sfruttamento mafioso e quello borghese.
A me sembra che la gente li attacchi non solo perchè sono i più deboli, così come hanno fatto con i Rom, ma anche perché, gli extracomunitari, ribellandosi, hanno messo in luce la nostra vigliaccheria e la nostra accondiscendente partecipazione ad uno scempio che non sempre ci vede vittime ignare e innocenti. Ma come dimostrano gli antichi la storia è vecchia quanto il mondo.

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